Entre los nueve y quince años, el nivel de testosterona se multiplica por veinte, impregnando todos los circuitos neuronales. El cerebro se organiza para ubicar la búsqueda sexual como interés central.
Hormonas como la vasopresina (que controla la cantidad de agua que hay en el cuerpo) y el cortisol (regula la respuesta del cuerpo a la tensión), ayudan a preparar el cuerpo en la defensa del territorio, como por ejemplo su habitación, y para ocupar un puesto en la jerarquía. Constantemente se ven luchando su parte racional y las hormonas que activan el sexo y la agresividad.
La vasopresina les hace interpretar una cara neutral como una rival, respondiendo de una forma violenta. Aprenden a esconder sus emociones para mostrar más agresividad. Esta reacción proviene de los primates, que la utilizaban como una estrategia de supervivencia.
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